Con una inflación, en dos meses, de 8,8 % y con las posibilidades, casi concretas, de aumentar en los próximos meses rompiendo todos los pronósticos, cualquier simplificación puede agregar más problemas en vez de soluciones. Derecho de propiedad Vs. derecho a la prosperidad.

El panorama que enfrenta el Gobierno Nacional es complejo porque no solo debe enfrentar la crisis económica universal por la pandemia y por la guerra Rusia-Ucrania, sino que además en el orden interno no se logra unificar criterios para procurar alternativas superadoras.
Desde hace décadas el desempleo golpea a los sectores más desprotegidos, observándose con alarma que en la actualidad aún el empleado no alcanza a tener salarios que le permitan salir de la pobreza, los sectores medios perdieron casi esa calidad para engrosar las filas de los pobres y muchos pobres deben considerarse como indigentes.

Como contracara se evidencia una Argentina que navega en otras aguas, en el conurbano delimitados por los bolsones de pobreza se erigen barrios cerrados habitados por personas con un poder adquisitivo diferente que pueblan shopping y patios de comida y se trasladan en vehículos de alta gama. ¿Cuántos son? Muchos.

Los barrios tradicionales siguen en los mismos parámetros, con ciudadanos de clase media amenazados por la inseguridad creciente.
Este panorama, para nada taxativo, debería ser el punto de arranque para cualquier plan que tenga como objetivo sacarnos del pozo.
En 2019 el pueblo votó por una alianza conformada por varios sectores presuntamente progresistas. Peronistas, kirchneristas, conservadores, comunistas que a su vez se referencian en sindicatos, organizaciones sociales y agrupaciones políticas, cuya primera cabeza es Alberto Fernández, elegido por Cristina Fernández de Kirchner, apoyado por la CGT., la CTA., las Organizaciones como Movimiento Evita y otras.
La Cámpora, agrupación indefinida, dirigida por Máximo Kirchner pobló estamentos en el gobierno nacional, de la provincia de Buenos Aires, y en municipios bonaerenses, y desde allí nos explican por que a pesar de no estar en sintonía con el Ejecutivo Nacional, siguen ocupando lugares en sus estructuras… no se entiende.
La pandemia fue un telón que ocultó las falencias de los “funcionarios que no funcionan”, al decir de Cristina. Ahora se dibujan con dramatismo y el reclamo se hace oír, pero desde el fondo del pozo.

¿CUAL SERÁ LA SOGA QUE PERMITA TREPAR POR ENCIMA DE LA LÍNEA DE POBREZA?
Cuesta mucho imaginar los “como”, en una Argentina donde la Constitución de 1853 vigente legitima el derecho de propiedad por sobre el derecho a la prosperidad de los sectores menos favorecidos.
Todos y cada uno hacen el diagnostico de una realidad que es abrumadora, pero las soluciones aportadas son tan disímiles que ni el mejor alquimista podrá obtener una síntesis que permita tomar un camino de salida.
Desde ya, en nuestra humilde opinión, a un país productor de alimentos no se le puede oponer cuestiones como la pandemia o la guerra en Ucrania. Si las vacas, los cereales, las empresas productoras de alimentos y la enorme red de distribución de los mismos que existen están, no puede ser que no se las pueda controlar para que el derecho de propiedad ceda un poco a favor del derecho a la prosperidad.

El derecho a la prosperidad es un derecho múltiple, no se trata de una comida, o un alquiler, o de un empleo, o de una asistencia, etc., se trata de todo eso, se trata de permitir a esa masa sumergida tener un sueño, una esperanza.
Se trata de que si la pandemia obliga a estar en cuarentena que desde la quinta de Olivos no salgan imágenes de una fiesta prohibida. Se trata de que una funcionaria no se vaya de vacaciones a lugares exóticos y lujosos mientras los jubilados se mueren sin solución. Se trata de que un montón de militantes revolucionarios de escritorios no malgasten los dineros que deberían estar destinados a los más necesitados. Se trata de que la justicia castigue a los funcionarios corruptos aunque hayan sido presidentes. Se trata de que no se privilegie la especulación sobre la producción. Se trata en suma de mostrar una moralidad que permita a quien está padeciendo tener la seguridad de que el dolor dará paso al alivio y con ese alivio vendrá, si se lo trabaja, el crecimiento.
Prosperidad es entonces salir del pozo y empezar, según propias convicciones y esfuerzos, subir la montaña.
